martes, 2 de marzo de 2010

Sanar

La curiosidad hace del hombre la especie más egocéntrica. Que como bien dijo una persona, todo tiene un fin egoísta, incluso la nobleza y la honradez. Que entablar relaciones con diferentes personas, animales o seres inexplicables acaba siendo la cima de tu éxito, de tu propia conciencia. Y al fin y al cabo vivimos gracias a ello, o quizás no todos, aquéllos que se decantan por abusar de los lujos de la vida, aquéllos que inconscientemente se matan poco a poco, derramando la poca sangre remanente que queda en sus delicadas venas.
¿Qué te parece contagiar tu enfermedad a tu mejor amigo, pariente, o amante?
Sí, he dicho enfermedad, porque todos estamos enfermos. Psicológicamente enfermos, de tal manera que no podemos evitar matar por nosotros mismos, herir, disfrutar, sangrar y hasta morir.

Toda acción está encaminada al pozo de la satisfacción. Perdonar y perdonarnos sería el camino a la libertad, puesto que tenemos el placer de gozar hasta la senectud mucha ostentación, ¿pero quién soy yo, para aconsejarte nada? Soy demasiado codiciosa para castigarme incluso a mi misma.

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