miércoles, 28 de octubre de 2009


Otra vez, la avaricia me mata. Sólo te quiero a ti, a ti, y a ti. No ansio nada más. La falsa modestia enriquece nuestra relación, pero,
¿Y la realidad?

Puedo explotar en cualquier momento y decirte todo lo que te quiero, todo aquéllo que deseo con tanta fuerza. Puedo mostrar mi egoísmo, esa oscura parte que escondo, ¿o alomejor no? Sólo quiero que vivas tu vida a tu modo, pero a la vez, me come la codicia por dentro, el hecho de no poder alcanzar todo lo que anhelo contigo me mortifica y hace que me aterrice sobre el áspero pavimento, cuyo adoquinado acaba conviertiéndose en una cómoda y blanda nube, ya que hacerte feliz es una de mis ilusiones.


Te quiero,
Julie.


lunes, 26 de octubre de 2009

Hemos perdido el juego.


Coges una hoja y te sientas sobre la cama. Miras al techo y piensas:
"¿Qué he hecho mal esta vez?"
Trazas unas líneas sobre el papel, y vuelves a la misma pregunta. En realidad, te da rabia el hecho de no comprender, de parecer tonta o de sentirte culpable por nimiedades.
¿Realmente son tan insignificantes tus actos?
No lo sabes, pretendes actuar de manera seria y mantenerte firme ante la situación. Te cuesta, pero tu engreimento te prohíbe mostrar una sonrisa, un ápice de tu afecto.
Sólo quieres dormir, olvidarte de la incomodidad de creer hacerlo todo lamentablemente mal, y despertar con buen pie.
Pero aun así, tu rencor se apiada de ti al día siguiente. Pero no, esa persona viene alegremente hacia ti, te confunde y te derrumbas, ¿por qué? Pues porque crees que una discusión "indirecta" debe seguir siendo así hasta que una de las dos comenta el problema .
"¿Qué iba a pasar? ¡Todo en orden! "
Y tú asientes y aseguras que estás de acuerdo con la respuesta. Aun así, no estás conforme.¿Quizás pides demasiado?
Alomejor, el mundo necesita un respiro, puede que, haya gente que desee por momentos que desaparezcas de la faz de la tierra...
Te fuerzas, te intentas creer tu propia mentira,
te es imposible por mucho que lo intentes.

Picture by Gorillaz- El Manana

domingo, 25 de octubre de 2009

¿Qué decías?


Una niña con poco aguante, egoista y de mal responder. ¿Es ella la única?
Puede que no, puede que sea una de miles, o incluso millones de criajas que no aprecian lo que se les otorga. Aquello que súbitamente te ofrece una oportunidad en la vida, de ser feliz y saber el significado de la existencia. De aproximadamente predecir el futuro, porque es el sitio donde vas a vivir el resto de tu vida.
Pero ella no. Ella se tomaba sus actos a risa, sin pensar en los pensamientos ajenos, a los que no prestaba atención, sin vivir el sufrimiento que ya causaba de por sí. Disfrutaba su ambición, se deleitaba del lujo que poseía, la ostentación de tener varias cosas a la vez, como la admiración de una persona o la ayuda de la que se beneficiaba.
No valoraba todo lo que hacían por ella, era una verdadera abusadora de privilegios.
Vivía a costa de las rentas, es decir, se aprovechaba, por decirlo de alguna manera.
Creo que ha quedado claro, ¿no?
Llegó un día que la gente ya no se esforzaba por ella, que nadie la respetaba.
La cría bajó del altar en el que estaba, notaba que ya no era lo mismo que antes.
Se daba cuenta de cuando la gente que pasaba a su lado chismorreaba alguna obscenidad:
"...gilipollas de mierda..."
Bajaba el rostro y contemplaba el suelo, aceptando el error que había cometido. Que la gente tenía todo el derecho para maltratarla, que le devolvieran el daño que había causado infinitas veces.
Aun siendo consciente de su descuido/equivocación, era demasiado orgullosa para dejar su ambición, para preocuparse y no perder.
Porque ella no era humana, era una hija de puta desde que nació.
Miraba fotos una y otra vez de aquellas bonitas tardes y no hacía nada por ello, por recuperarlas o vivir nuevos momentos inolvidables.
Demasiado tarde amiga mía,
recuerdos,
Kim.

Me gustan los bocetos deformes, ¿a ti no?


Jack: Otra fiesta de adolescentes borrachos en busca de cacho con disfraces para nada terroríficos...
Jane: ¿Y por qué sólo adolescentes y no adultos?
Jack: Jane, sinceramente, ¿te imaginas a tu madre vestida de gatita bailando?
Jane: ¡Cállate! me dan ganas de sacarme los ojos con cucharillas de plástico.

Empecemos rellenando.



Esos pequeños detalles que hacen que me derrita en el suelo, esos superfluos movimientos que aun así los necesito, para completar mi alma vacía que consigues llenar.

Y aquí es cuando alzo la voz, y digo:
Y que cuando siento esa distancia, cuando no siento la comodidad ordinaria entre las dos, me derrumbo sobre el pavimento. Cuando creo que volverás para darme un beso de despedida, o un abrazo.
Pero éso son sólo monomanías que mi cerebro no puede asimilar.