domingo, 25 de octubre de 2009

¿Qué decías?


Una niña con poco aguante, egoista y de mal responder. ¿Es ella la única?
Puede que no, puede que sea una de miles, o incluso millones de criajas que no aprecian lo que se les otorga. Aquello que súbitamente te ofrece una oportunidad en la vida, de ser feliz y saber el significado de la existencia. De aproximadamente predecir el futuro, porque es el sitio donde vas a vivir el resto de tu vida.
Pero ella no. Ella se tomaba sus actos a risa, sin pensar en los pensamientos ajenos, a los que no prestaba atención, sin vivir el sufrimiento que ya causaba de por sí. Disfrutaba su ambición, se deleitaba del lujo que poseía, la ostentación de tener varias cosas a la vez, como la admiración de una persona o la ayuda de la que se beneficiaba.
No valoraba todo lo que hacían por ella, era una verdadera abusadora de privilegios.
Vivía a costa de las rentas, es decir, se aprovechaba, por decirlo de alguna manera.
Creo que ha quedado claro, ¿no?
Llegó un día que la gente ya no se esforzaba por ella, que nadie la respetaba.
La cría bajó del altar en el que estaba, notaba que ya no era lo mismo que antes.
Se daba cuenta de cuando la gente que pasaba a su lado chismorreaba alguna obscenidad:
"...gilipollas de mierda..."
Bajaba el rostro y contemplaba el suelo, aceptando el error que había cometido. Que la gente tenía todo el derecho para maltratarla, que le devolvieran el daño que había causado infinitas veces.
Aun siendo consciente de su descuido/equivocación, era demasiado orgullosa para dejar su ambición, para preocuparse y no perder.
Porque ella no era humana, era una hija de puta desde que nació.
Miraba fotos una y otra vez de aquellas bonitas tardes y no hacía nada por ello, por recuperarlas o vivir nuevos momentos inolvidables.
Demasiado tarde amiga mía,
recuerdos,
Kim.

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